Si hubiera que resumir Portugal en un solo objeto, sería este. Esta pieza de diseño une la silueta inconfundible del bacalao —rey indiscutible de la mesa portuguesa— con la estética hipnótica de los azulejos tradicionales. No es solo un imán, es un manifiesto visual. El patrón geométrico en azul cobalto y blanco no es un simple adorno; evoca las fachadas de las iglesias, las estaciones de tren y los patios de Lisboa y Oporto. Es un recordatorio diario de esa brisa atlántica y de la riqueza de un país que convirtió la cerámica en historia y el pescado en leyenda.